Ya es conocido que las galaxias suelen tragarse las unas a las otras. También es sabido qué la mayoría de las galaxias tienen un agujero negro en el centro, por lo que sólo era cuestión de tiempo hasta que unos de estos objetos fueran capturado mientras se unificaba con otro; es decir, hasta qué tuviéramos evidencia dura de un agujero negro tragándose a su vecino.
Dicha evidencia fue publicada en el Astrophysical Journal Letters, una publicación altamente especializada en astronomía. Las observaciones encontraron que dos agujeros negros supermasivos se están fusionado y entre los remanentes apareció una cuasár. PSO J334.2028+01.4075 tiene un periodo, el tiempo entre sus picos de luminosidad, de 542 días y órbita un agujero que tienen 10.000.000 de veces la masa de nuestro Sol.
Una de las expectativas más altas de este modelo es el observar experimentalmente que sucede en los momentos finales de la unión de un agujero negro con otro, algo con lo que las simulaciones tienen muchos problemas. Este problema es conocido en la astrofísica como el problema del parsec final. Hasta el momento todo parece apuntar a qué los agujeros negros están bailando uno con otro en órbita.
Lo interesante vendrá en el futuro, cuando se pueda probar si estos dos agujeros tienen la capacidad de arrojar ondas gravitacionales, como predice la teoría general de relatividad, y ayudar a resolver, no sólo uno, sino dos problemas abiertos en la física.
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