Desde el tsunami que golpeó Fukushima en 2011 los esfuerzos por controlar la radiactividad en la planta no han parado. El domingo pasado los sensores detectaron una nueva fuga de agua radiactiva. El agua que desemboca al mar presenta un nivel de contaminación hasta 70 veces mayor que el estado radiactivo que ya mantiene la planta.
Tokyo Electric Power Co. (TEPCO) declaró que no se encontraron anomalías en sus inspecciones de emergencia en los tanques de agua de residuos nucleares. A pesar de esto se cerraron las cunetas para evitar que el agua radiactiva llegue al Océano Pacífico. Cerca de las 10 de la mañana de el domingo fue cuando se registraron los niveles más altos de radiación, de 50 a 70 veces más del límite normal.
Al día de hoy los niveles de contaminación ya han bajado aunque siguen de un 10 a 20 veces más de lo permitido. El problema es que la fuente del pico de radiactividad se desconoce. Puesto que las encuestas de emergencia y el seguimiento de otros sensores no arrojaran resultados para creer que los tanques de almacenamiento de agua tenían fugas, se tomaron medidas de emergencia para monitorear la tendencia.
Los últimos meses en especial han sido muy difíciles para mantener el control de la planta que ha sido la creadora del más grande desastre nuclear de esta generación. TEPCO no ha podido manejar la situación de manera eficiente, el agua contaminada con la que se enfrían los reactores dañados permanece almacenada en grandes tanques que no se han podido controlar de forma correcta.
Otro de los problemas de TEPCO es el agua que baja de las montañas y pasa por debajo de la planta contaminada antes de llegar al Océano Pacífico. Japón debe tomar medidas como país para hacer un tratamiento y descarga de agua contaminada mucho más segura pues la salud de océano nos afecta a todos en el mundo.
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