El Instituto Tecnológico de Georgia (ITG) ha lanzado un curioso estudio, cuyos resultados sugieren que si bien la música funciona perfecto como un medio perfecto para relajar o facilitar un periodo de concentración, no trabaja igual cuando se trata de ayudarnos a recordar datos concretos a partir de la experiencia del sonido, en especial si ya no somos jóvenes. La música es un elemento vital para muchos en su vida cotidiana, no concebimos las calles de la ciudad sin unos audífonos puestos, al igual que cualquier actividad en nuestra jornada laboral, deportiva o lúdica se antoja incompleta si no hay una buena melodía de fondo, pero existen circunstancias donde no resultaría tan fructífera.
La investigación desarrollada por la institución académica encontró un factor determinante en la edad de los participantes, quienes formaron distintos grupos de individuos, jóvenes, adultos y mayores, y participaron en sesiones activas donde debían escuchar una serie de melodías mientras intentaban recordar distintos nombres de personas. Los más jóvenes no mostraron ninguna dificultad en recordar los patrones de nombres, independientemente de la melodía que sonase en el área de estudio, sin embargo, los más adultos mostraron un déficit de cerca de 10%, y mostraron un mejor desempeño para recordar las secuencias cuando se encontraban en absoluto silencio. Así lo revela la líder del proyecto Sarah Reaves:
Todos los grupos de edad coincidieron en que la música era un distractor en mayor o menor medida, pero sólo los de mayor edad tuvieron dificultades mientras sonaba una canción de fondo. Los adultos tienen mayor dificultad para ignorar sonidos irrelevantes y concentrarse.
Eric Clapton, Jefferson Airplane y Rush fueron parte del repertorio del estudio, los investigadores se enfocaron en los efectos de la memoria asociativa en relación con los ritmos auditivos y buscaron replicar escenarios de la vida cotidiana donde la música forma parte de las actividades diarias. Encontraron que cuando se trata de relacionar un nombre de un individuo, con sus características físicas y una melodía de fondo, simplemente la efectividad va en decremento conforme mayor edad tienen las personas. En resumidas cuentas: mientras más viejos, más huraños somos.
Valdría la pena hacer el experimento en la siguiente fiesta a la que asistamos, dar una ronda por el lugar, cerca de los altavoces y comprobar que tan acertada es nuestra capacidad para recordar personas que recién conocimos.
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