Un gran paso para las mujeres de este siglo; atreverse a ser su propio jefe y comenzar un negocio que las convierta en mujeres empoderadas, generando un impacto positivo tanto en su núcleo familiar como en la economía actual.
Si bien hay varias alternativas e información para empezar un negocio, aún existen desafíos pendientes para que se logre posicionar la idea con mayor fuerza.
Así lo refleja la encuesta “Mujeres y Actividad emprendedora en Chile”, que realiza el Global Entrepreneuship Monitor (GEM), y que revela que la tasa de emprendimiento de mujeres en Chile ha registrado un ligero aumento en los últimos cuatro años.
La cantidad de mujeres económicamente activas que se declaran emprendedoras ha crecido de 18,45% en 2010, hasta 25% en la actualidad; mientras que la cifra actual en hombres es de un 40%.
De las emprendedoras chilenas que forman parte del actual 25%, un 19% se declara en etapa inicial (menos de 42 meses) y un 6,5% en etapa establecida.
Las emprendedoras chilenas son de 25 y 54 años, con un promedio de 39 años en el caso de emprendedoras en etapa inicial, y 44 en el caso de emprendedoras establecidas.
Según un estudio de Mujeres del Pacífico, estas empresarias son altamente apasionadas y motivadas en crecer y marcar la diferencia, reflejando que el 88% de las emprendedoras de alto crecimiento están motivadas en hacer todo lo posible por seguir creciendo y desarrollando a sus empresas.
En cuanto a las motivaciones que llevan a las mujeres a emprender, la encuesta GEM revela que el 13% inicia un proyecto propio por oportunidad, correspondiendo a factores de necesidad sólo un 5%. Sin embargo, las emprendedoras indican que es muy complejo abrirse a la economía global y que necesitan más educación y oportunidades.
Fernanda Vicente, Presidenta de Mujeres del Pacífico, y Directora de la Asociación de Emprendedores de Latinoamérica (ASELA), indica que abrirse a nuevos mercados significa un gran desafío para las mujeres:
Este es un problema que tenemos que atacar. La mujer chilena y latina debe atreverse a soñar en grande, saber que el mundo es su mercado, y en este nuevo escenario económico tenemos ventajas comparativas importantes. Nuestra intuición nos favorece, podemos empatizar con facilidad, generamos redes sólidas rápido y podemos ponerle corazón a un mercado que parece cada vez más lejano del ser humano.
Por otra parte, hay un importante porcentaje de mujeres que indican su miedo al fracaso. De Vicente aclara que aún están viendo cuáles son las principales causales de esta sensación:
Un 36,3% de las mujeres emprendedoras siente miedo al fracaso. El desafío que nos proponemos es identificar al menos una de las principales causas que explique por qué si estamos en un contexto donde hombres y mujeres tienen las mismas habilidades y conocimientos para empezar una nueva empresa, existe aún una cuota importante de mujeres que no logran llevar adelante sus ideas.
Obstáculos culturales
Otro de los grandes desafíos del emprendimiento femenino son los que responden a factores sociales y culturales.
La encuesta Bicentenario 2015 U. Católica - GfK Adimark refleja que el 53% de las personas considera que la familia se descuida si la mujer trabaja a tiempo completo.
Juan Pablo Swett, Presidente de ASECH y de ASELA indica que la clave para aumentar el número de emprendimientos femeninos es igualar las condiciones entre ambos sexos:
Una de las principales metas a futuro es generar como país, mejores condiciones por emparejar la cancha entre emprendedores y emprendedoras. Las mujeres emprendedoras no sólo generan empleo, sino que impactan en el desarrollo de su entorno con el emprendimiento como factor de movilidad.
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