Las proyecciones indican que en 5 años más el Internet de las Cosas alcanzará 20 millones de cosas conectadas desde automóviles hasta artículos del hogar como refrigeradores o las luces de nuestros hogares.
Más allá de las ventajas y facilidades que entregará la implementación de esta tecnología en toda su capacidad, la gran limitación para que esto suceda es que aún no ofrece la seguridad necesaria para garantizar su utilización a gran escala y en otros dispositivos más cruciales para la vida diaria.
Debido a que hace años se sabe de la posibilidad de hackear bombas de insulina, el Dr. David Klonoff, director del Instituto de Investigación de Diabetes en Estados Unidos, está encabezando un comité dedicado buscar una manera de proteger los dispositivos médicos de posibles ataques a través de Internet a través de la creación de nuevos parámetros de seguridad para estos dispositivos.
Actualmente existen sistemas manuales y automáticos para las bombas de insulina, ambas con capacidades inalámbricas, que permiten un monitoreo exacto de los niveles de glucosa en los pacientes, ya sea a través de un monitoreo humano constante o a través de algoritmos que permiten regular los niveles de glucosa si necesidad de supervisión humana.
El problema de ambos sistemas es que la comunicación entre el monitor de glucosa y los dispositivos de lectura de datos no están encriptados en ninguna de sus partes, por lo que lo único que es necesario para tener acceso a los datos - o incluso administrar dosis de insulina - es el número de serie del dispositivo, el cual también está dentro de los datos que pueden ser interceptados.
El comité de Klonoff, integrado por el National Institute of Standards and Technology, Department of Homeland Security, la FDA y otras compañías expertas en la implementación de sistemas para diabéticos, aún está trabajando en el borrador de una regulación base para el desarrollo de los próximos dispositivos médicos automatizados y su tarea no es sencilla.
El reto está en la creación de lineamientos que permitan reforzar la seguridad para la prevención de ataques externos, pero mantener una puerta abierta para aquellos pacientes que posean las habilidades y el conocimiento para intervenir sus propios dispositivos y corregir sus niveles de azúcar en caso de querer salir de su dieta.
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