Un grupo de físicos del California Institute of Technology (CIT) con mucho tiempo libre ha calculado cuántas fuentes de energía convencionales (baterías AA, baterías de auto, galones de combustible, etc.) se necesita para potenciar las armas y naves más emblemáticas del universo Star Wars. Los más importantes están ahí, desde un sable láser hasta la Estrella de la Muerte y sus cálculos son como para volarnos la cabeza.
Por ejemplo, partiendo de una simple escena al inicio del Episodio I: The Phantom Menace , en la que Qui-Gon Jinn utiliza su sable para perforar una puerta de acero, estos científicos han podido calcular la cantidad de Gigajoules indispensables para atravesarla, llegando a la conclusión de que se necesitaría de un reactor nuclear para encender esta arma, o en su defecto bastaría con más de 120 mil baterías AA para darle potencia.
Prácticamente cada arma y vehículo tienen una escena tangible en la que es posible darse una idea de la cantidad de energía necesaria para que funcione como se observa en batalla. El blaster que usa Han Solo para matar a Greedo, el Star Destroyer que aniquila asteroides, las naves X-Wing que perforan el fuselaje de la Estrella de la muerte, todo tiene su explicación:
La infografía tan ilustrativa como extensa, fue compartida por los académicos del CIT a través de EBATES, y resulta impresionante cómo se tomaron la molestia de justificar las bases de su cálculo en cada caso. C3PO requeriría una simple batería de automóvil para funcionar, mientras que un Star Destroyer, con sus 32 millones de kilos, demandaría 10 mil reactores nucleares para funcionar.
En el caso de la Estrella de Muerte el cálculo de sale de toda proporción, estimando más de 10,000 septillones de baterías, o el 80% de la masa de Jupiter en baterías de coche para mantenerse operativa.
Nuestra devoción por Star Wars es algo que ha quedado más que patente aquí en FayerWayer. Pero también existe una legión completa de seguidores allá afuera, determinada a construir puentes entre la ficción de ese universo y nuestro mundo.
Ya es posible fabricar un sable láser de gran realismo, operar drones que emulan a la perfección el movimiento de una Speeder Bike y hasta refrigerar cervezas en un R2-D2, pero pocas veces los hombres de ciencia se han tomado el tiempo para aterrizar en el terreno de lo factible toda la ficción que vivimos ahí.
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