Desde su primera aparición pública en 2008, el navegador Google Chrome se ha convertido en una fuerza imparable. En sus primeros días, la gente no le tenía mucha estima por la falta de extensiones y porque en esos días Firefox tenía todo lo necesario para cubrir las necesidades de la navegación.
Pero el tiempo ha pasado y Chrome es ahora otra cosa. Tal como lo muestra la imagen de Dadaviz, Chrome pasó de ser un don nadie (un don nadie patrocinado por Google, eso sí) hasta el navegador que todo el mundo quiere.
Hay otros detalles bien interesantes en ese gráfico, como por ejemplo, que en Groenlandia Internet Explorer ha dominado siempre a excepción del año 2014, cuando la gente de ahí se pasó a Safari. Luego, en 2015, volvieron a Internet Explorer (¿o quizás a Edge?). Por su parte, en Alemania son fieles a Firefox.
El dominio de Chrome es tan grande que parece muy difícil, por no decir imposible, que alguien pueda tomar el relevo. Eso no implica que otros navegadores con una cuota más pequeña de mercado lo sigan haciendo bien, como el caso de Opera o el mismo Firefox que no es que sean malos, sino todo lo contrario.
Como dato extra, esta nota fue escrita sobre Opera.
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