En Oceanía existe una preocupación máxima por la drástica caída en la población de abejas, por lo que para conocer las razones de este hecho, científicos de Australia revelaron la utilización de microsensores.
Por medio de éstos han podido determinar algunas de las causas de la declive poblacional, como el "desorden de colapso de las colonias", que ha provocado la muerte de miles de especies adultas, a lo que se suman factores como los pesticidas, el cambio climático y la aparición de un ácaro Varroa, que ha matado a otra importante cantidad.
"Los microsensores que estamos utilizando nos ayudan a hacernos diferentes preguntas que antes no podíamos debido a que nunca hemos logrado cuantificar realmente el comportamiento de las abejas en su hábitat y sus colmenas", explicó Gary Fitt, director de la Organización para la Investigación Industrial y Científica de la Mancomunidad de Australia (CSIRO).
El proyecto partió en la localidad de Tasmania, donde se le ha insertado este microsensor a 10 mil ejemplares con sus respectivos nidos, específicamente en sus dorsos, aunque también ya se ha implementado en ciudades como Sydney y Camberra — mientras que un número similar está siendo monitorizado en Brasil, lo que puede generar resultados más amplios.
"Debido a la naturaleza mundial y urgente de este tema, vimos la necesidad de desarrollar una metodología que cualquier científico podría implementar fácilmente. De esta manera, podemos compartir y comparar datos de todo el mundo para investigar en forma colaborativa la salud de las abejas. Este esfuerzo conjunto es un fantástico ejemplo del Internet de las Cosas", señaló Paulo De Souza, director ejecutivo de la Dirección de Ciencias del emblema de productividad digital de CSIRO.
Los sensores sólo miden 2.5 milímetros de ancho y pesan 5.4 miligramos de peso, un peso más ligero que el polen que cargan las propias abejas. Se instalan en la espalda de las abejas europeas de la miel y contienen una batería que genera su propia energía por la vibración.
Dentro de los datos que entrega esta tecnología, la cual se trabajo con la empresa estadounidense Intel y su par japonesa Hitachi, se encuentran la distancia recorrida por la abeja desde que sale de la colmena, su dieta, su exposición a pesticidas o a las emisiones de gaseses invernaderos y el clima de su hábitat.
Si bien los expertos advierten que las abejas no podrán acarrear una gran cantidad de polen, los microsensores permitirán "aprender muchas cosas de ellas".
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