¿Qué sería el mundo sin el código de barras? No estamos muy lejos de averiguarlo. Según señala El Mercurio, para garantizar una mayor transparencia en la información de los productos, en al menos 70 países se estaría trabajando en algún tipo de etiquetado que permita armonizar y unificar datos tanto en el mercado como en otro tipo de actividades comerciales en que el código de barra sea una referencia de información para productos.
Aparentemente la iniciativa busca que los productos, ya sea de forma individual o a través del etiquetado en sus cajas, puedan entregar la misma información en todas sus partes de la cadena de distribución mediante el mismo código. El problema es que para hacer esto las empresas deben estar dispuestas a ceder información comercial sensible a eslabones más cercanos a los consumidores.
Tras 63 años de historia, aún hay gente que busca mejorar el habitual código de barras, entregándole colores diferentes que podrían eventualmente ayudar a evolucionar esta forma de etiquetado. Además, en lo que va de década, ya hemos informado del desarrollo de tecnologías alternativas al código de barra en distintos comercios en el mundo, sin olvidarnos de que aún no se le ha dado un uso masivo al código QR, el cuál debería ser su sucesor natural.
Ya sea que lo veamos tatuado en la cabeza del Agente 47, o en el supermercado durante las compras del mes, el código de barra aún tiene mucha vida por delante a la espera de que, tal como hace más de medio siglo, el comercio invierta en una nueva tecnología de etiquetado, quizás complementaria al código de barra.
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