Una concepción común es que el hecho de casarse representa un cambio radical en la vida de la nueva pareja, en razón de los cambios que deben afrontar y el proceso de adaptación que exige compartir tu vida diaria y espacio con otra persona. Pero ahora resulta, de acuerdo con una investigación reciente de la Universidad de Missouri, que entre todas las novedades que trae consigo la unión conyugal una de los más fuertes (y comprobables) sería la disminución considerable en los índices de consumo de alcohol de los involucrados.
De acuerdo con la investigación, publicada recientemente por la escuela, en conjunto con la Universidad Estatal de Arizona, se tomó como base los datos generado en un grupo de individuos, participantes en otra investigación de largo plazo, en donde se han analizado distintos hábitos suyos desde los 18 hasta los 40 años de edad. Encontrando que en lo que respecta al consumo de alcohol, este se vio seriamente reducido conforme adquirían matrimonio los individuos, dejando en claro un patrón común aunque inesperado.
La conclusión de los investigadores, liderados por Matthew Lee del Departamento de Ciencias Psicológicas, es que en realidad este fenómeno se explica a partir de la teoría de incompatibilidad de roles, en donde si el patrón de conducta del individuo resulta conflictivo con respecto a las exigencias de su nuevo rol como pareja conyugal, se tiende a resolverlo cambiando radicalmente su comportamiento, de manera directamente proporcional a la recurrencia de su hábito original.
De modo que si en sujeto en su etapa soltera era una bebedor empedernido, para su nueva etapa conyugal tenderá más fuertemente a disminuir su consumo.
Cerca del 50% de los individuos participantes en el estudio provienen de familias donde el padre era alcohólico, y los datos arrojan un claro patrón común al momento de contraer matrimonio. Beber en exceso no parece ser compatible con una sana vida de pareja (tal vez sólo en el plano sexual), aunque falta delinear el punto exacto que marca este proceso de adaptación y sobriedad.
Esto parece como la antítesis de la existencia de Homero Simpson o Peter Griffin, aunque ellos son dibujos animados y los sujetos de investigación del estudio aparentemente eran personas reales y comunes.
Aparentemente.
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