Hoy es un día histórico. El presidente Barack Obama ha anunciado que Estados Unidos restablecerá relaciones diplomáticas con Cuba. Entre sus anuncios, se encuentra la apertura de una embajada estadounidense en La Habana, la ampliación de permisos de viaje a Cuba y, por supuesto, el incremento de acceso a las telecomunicaciones en la isla.
Como el gobierno de Estados Unidos señala en su comunicado oficial, Cuba es uno de los países con menor penetración de Internet en todo el mundo. Sólo 5% de su población tiene acceso a Internet; el costo para acceder es muy elevado y restringido.
El comunicado cita los siguientes pasos:
Se autorizará la exportación comercial de ciertos artículos que contribuirán a la capacidad de los cubanos para comunicarse con personas en Estados Unidos y el resto del mundo. Esto incluirá la venta comercial de ciertos dispositivos de comunicaciones del consumidor, software relacionado, aplicaciones, hardware y servicios, y artículos para establecer y actualizar los sistemas relacionados con las comunicaciones.
Se permitirá que los proveedores de telecomunicaciones establezcan los mecanismos necesarios en Cuba, incluida la infraestructura, para proporcionar telecomunicaciones comerciales y servicios de internet, lo que mejorará las telecomunicaciones entre Estados Unidos y Cuba.
Como se puede ver, hay dos ejes bien definidos de la nueva política diplomática de EE.UU en Cuba. Por una parte, los cubanos podrán importar productos tecnológicos que, hasta el momento, han estado limitados para ellos. Si estos estarán a precios competitivos, aún es una interrogante, pues está el antecedente de la (imposible) compra de autos.
Segundo, la apertura para que los ISP puedan generar una infraestructura privada para aumentar la conectividad en la isla; se trataría de una red no estatal que permitiría que los servicios de acceso a Internet en Cuba se inserten dentro de la dinámica del libre mercado.
Es muy pronto para analizar las consecuencias económicas que devengan de este movimiento –y no es la intención de estas líneas ahondar en ese aspecto–. Ciertamente, este movimiento abre un mercado ávido para las empresas de tecnología, quienes (¿quizá con conocimiento previo?) están preparando el terreno. Caso ejemplar es el de Google, que había lanzado Chrome en Cuba en agosto de este año –a pesar de las sanciones económicas sobre el régimen cubano–, así como Google Play y Google Analytics recién en noviembre.
Finalmente, quienes ganan son los cubanos. Sin caer en el maniqueísmo de Estados Unidos como un liberador, la nueva relación entre EE.UU y Cuba en efecto plantea un inédito escenario de desarrollo a través de la penetración de Internet. Será algo gradual, paulatino, pero implica la inserción a la vida digital de un país que ha pasado décadas restringido. ¿Qué nuevos medios surgirán? ¿Qué startups nos deparan los cubanos? Internet –y la población de Cuba– recibe una oportunidad histórica para deslumbrarnos.
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