miércoles, 24 de agosto de 2016

Review Lenovo Yoga Tab 3 Pro [FW Labs]

Es difícil hoy día para cualquier fabricante de tablets poder diferenciarse con un aparato nuevo. Los tablets, quizás aún más que los teléfonos, se estandarizaron tanto que pocas son las marcas que sacan algo realmente novedoso o cuyos modelos tienen un impacto similar a su contraparte en versión teléfono.

En ese afán, Lenovo presenta su Yoga Tab 3 Pro que es como un tablet cualquiera excepto una pequeña gran novedad: incluye un proyector de imágenes en su base.

Especificaciones técnicas

  • Procesador: Intel Atom x5-Z8500, cuatro núcleos a 2.24 GHz
  • Memoria: 2 GB RAM LPDDR3
  • Almacenamiento: 32 GB eMMC, expandible a 128 GB vía microSD
  • Sonido: 4 parlantes frontales JBL con Dolby Atmos
  • Wi-Fi: 802.11abgn
  • Sistema Operativo: Android 5.1.1
  • Batería: 10200 mAh, con sistema de carga rápida
  • Tamaño: pantalla IPS de 10.1 pulgadas a 2560 x 1600 pixeles, 299 ppi
  • Cámaras: trasera de 13 megapixeles, frontal de 5 megapixeles
  • Otros: Bluetooth 4.0, GPS, giroscopio, brújula, sensor de luz ambiental, vibración
  • Peso: 660 grs.

Enfocado a la multimedia

Lenovo 05

De partida, la idea de poner un proyector en un tablet le da al mismo un claro enfoque hacia lo multimedia. Porque el tablet como tal no es nada especial ni rompedor en cuanto a su rendimiento -ya profundizaré en ello-, pero la posibilidad de montarlo sobre una mesa y proyectar esa película de Netflix a una pared es una idea que en el papel y en la ejecución no está nada de mal.

El proyector permite resolución de hasta 480p y 50 Lumens, que si bien en números puede parecer no gran cosa, para una habitación lo suficientemente oscura es bastante bueno. El punto importante a no olvidar: el proyector está dentro de la base del tablet.

Así se alcanza a ver la imagen proyectada en una sala levemente iluminada Así se alcanza a ver la imagen proyectada en una sala levemente iluminada

Pero ¿qué sería de la imagen en la pared sin un sistema de sonido típico de un tablet? Poco, muy poco. Afortunadamente, Lenovo le incluyó al tablet un set de cuatro parlantes JBL con Dolby Atmos, que si bien no tienen ni la calidad ni la potencia de un sistema de sonido dedicado, sí se escuchan mucho mejor que el parlante de tablet promedio. Primero, porque la potencia es suficiente pensando en usarlos en un entorno cerrado (nadie quiere ver una película con gente alrededor haciendo ruido) y porque la calidad del sonido es bastante buena. Esto fue fácilmente comprobable al buscar en YouTube alguna música bien “tarrera” y percibir sin dificultad el sonido del bombo de la batería con una calidad más que aceptable.

En resumen, en el entorno de reproducción de multimedia el Yoga Tab 3 funciona bien. El proyector, por una cuestión lógica, no tiene la calidad en general de un aparato dedicado pero si alguien quiere usarlo desde el velador hacia la pared (ojalá blanca) de la habitación, no tendrá problemas para ver tranquilamente Stranger Things a todo volumen. Eso hice yo durante un fin de semana completo y la experiencia fue en general muy satisfactoria.

El punto débil: rendimiento

Si bien el Yoga Tab 3 Pro trae especificaciones decentes y su construcción es bastante sobria y firme a la vez, lo cierto es que el rendimiento del aparato realizando operaciones básicas para un tablet (o teléfono de gama media) deja bastante que desear.

Corriendo con Android 5.1.1 más la capa de personalización de Lenovo, la experiencia de usuario “tradicional” no es totalmente feliz. Navegar por varias pestañas de Chrome al mismo tiempo o cambiar entre aplicaciones siempre conlleva algo de retraso y de poca responsividad a los toques de la pantalla. Aún con un reinicio de fábrica del aparato y comenzando todo desde cero, con pocas aplicaciones instaladas, lo normal era tener siempre esos molestos mini cuelgues tan típicos de un Android poco optimizado y corriendo con un equipo que definitivamente se queda corto en memoria RAM.

Y para mi ese es el gran talón de Aquiles de este aparato. Porque nunca nadie va a comprar un tablet solo para ver películas durante un fin de semana completo, sino también para sacarle partido en otras tareas. Y si algo tan simple como navegar por internet es una experiencia poco fluida, que queda entonces para otras cosas más pesadas en general.

Lenovo 04

Luego de casi una semana, el Yoga Tab 3 Pro quedó sobre la mesa de noche con Netflix siempre listo para usarse; para cualquier otra actividad, terminé usando el teléfono o un viejo iPad Mini de segunda generación, que apenas se las puede con iOS 9 pero que sigue siendo mucho más fluido al usarlo para cosas triviales (léase: navegar por internet, redes sociales, etcétera).

Imágenes superiores capturadas con la cámara trasera del tablet

Buena idea, ¿no tan buena ejecución?

Como bien mencioné antes, un tablet enfocado hacia la reproducción de contenidos parece una buena novedad en un mundo donde los tablets se han quedado cortos en innovación, pero para hacer la diferencia tiene que haber un plus. En el caso del Yoga Tab 3 Pro, es entendible que el proyector sea un poco limitado o que la duración de la batería con el proyector encendido no sea para tirar cohetes (como mucho, 3 horas de duración, aunque sin problemas da más de un día de autonomía sin usar el proyector), pero lo que no se entiende ni se justifica -considerando su precio- es que para cosas más normales el equipo se quede corto.

Lenovo 07

Y es que ahí radica el principal "pero" del Yoga Tab 3 Pro: es un equipo caro cuyo rendimiento no es totalmente óptimo. En Chile ronda los CLP $399.000 (USD $594) y si bien ese precio se podría entender porque “incluye un proyector”, aquello cuesta demasiado justificarlo cuando el resto de características no acompañan.

Probablemente en el futuro la misma Lenovo u otros fabricantes iteren sobre la idea y den con un producto de características similares, pero más redondo. Y es que por mucha novedad que sea el proyector, si el tablet anda a tirones en tareas que un teléfono de gama media cualquiera hace sin problemas, la experiencia de uso se resiente demasiado.

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