Era de esperarse que, a estas alturas del partido, ya existieran robots con los que se puede practicar el coito, independientemente de lo que resulte de ello. Los modelos son variados: del androide a la vagina inteligente. Algunos de ellos incluso esbozan gestos e intentan mantener conversaciones.
Los robots para coger son una evolución lógica de las muñecas inflables. Desde hace tiempo se han fabricado algunas que, al menos de lejos, parecen mujeres de verdad, aunque de cerca tengan más pinta de estatuas de cera.
Vean por ejemplo a RoxxyGold, considerada por David Linden, profesor de neurociencia de la Escuela de Medicina de Johns Hopkins University, la robot sexual más avanzada hasta ahora.
Después de leer las características de éste y otros modelos, nos damos cuenta de lo que se intenta con esta tecnología: que el robot sienta y reaccione como una persona.
Finalmente, los usuarios parecen estar buscando experiencias humanas, sólo que insisten en buscarlas en realidades artificiales. Sus motivos tendrán.
Entre ellos, lo que siempre digo y ahora repito: nunca es solo sexo. Incluso la feliz costumbre de acostarse con desconocidos esconde algo más que el orgasmo y el contacto físico, algo que está lleno de sentidos opuestos de por sí.
Robótica contra la eyaculación precoz
Algunos sexólogos mencionan que los robots podrían ayudar a los hombres (se refieren los hombres en particular) a entrenarse en el sexo, para que cuando llegue el momento no hagan papelazos.
Incluso se comenta que estas máquinas son un posible antídoto a la eyaculación precoz y a quienes padecen de una "actividad sexual limitada".
Aunque en un número muchísimo más reducido, también hay robots para nosotras (o para los gays). Existe una versión masculina de RoxxxyGold, un androide sexual llamado Rocky.
Imposible no imaginarlo parecido a Gigolo Joe, el personaje de A. I. Artificial Intelligence, interpretado por Jude Law. Habría que ver si los sexólogos también lo recomiendan para combatir disfunciones como la anorgasmia.
Vínculos emocionales
El asunto ha dado pie a interesantes discusiones. En el sitio Hopes&Fears, por ejemplo, se habla de un coloquio cuyo título es "Sexualidad artificial: una mesa redonda sobre coger con robots", que se celebró en días pasados y que se planteaba la posibilidad del amor entre seres humanos y estos androides.
No me veo enamorándome de la conversación, el cinismo y la violencia simbólica de un robot. Algunas cualidades son irremplazables.
De hecho, futurólogos y otros especialistas sostienen que los robots no sustituirán a los amantes, sino que serán usados por algunas personas, de una forma similar a como ahora se usan los sex toys.
En cuanto al placer, tal vez valdría más la pena volcar esfuerzos en un sistema capaz de satisfacer a la mente, en una herramienta que le dé gusto al cerebro, que cumpla fantasías, que tenga ese plano cubierto: eso sí que sería orgásmico.
Pero, como estamos hablando de robots, les diré qué me parecería interesante: un threesome robótico, un episodio en que el tipo (galante, cínico y violento) me ataque en contubernio con un Rocky.
Mejor aún: no un androide, sino algo más básico, una de esas fucking machines... Pero ya no estoy hablando de coger con robots sino de porno. Me pasa seguido.
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