Cuando comenzó la tendencia en Hollywood de volver a realizar grandes clásicos del pasado, varios en el camino fueron viendo tristemente que las películas de antaño eran despedazas por las versiones actuales. Me pasó con Robocop, cuya producción de José Padilha ni se acercó a lo hecho en 1987 por Paul Verhoeven. Curiosamente, el malestar no fue particular sino que general, y parece que por norma es lo que ocurre con este tipo de decisiones de la productora.
Sin embargo, ningún caso se asemejó a lo que ocurrió últimamente con Ghostbusters 2016. Alimentado quizás por el carismático elenco del primer film de 1984 y por la eterna espera de la tercera parte, el nuevo trabajo de Paul Feig llegó con una horrible recepción de parte de los seguidores de la franquicia, además de pésimas evaluaciones en distintas plataformas como YouTube. Esta postura se vio alimentada, principalmente, por los adelantos que exhibió Sony, cargados de chistes clichés y por otro factor clave: Los héroes ahora son mujeres.
Antes de profundizar en eso, y tomando solamente los hechos previos, el temor por lo que sería este reboot estaba latente, considerando además que Ghostbusters es una pieza de culto para los amantes del cine, ya sea por la obra misma, por los efectos para la época, por su pegajosa banda sonora o por el tipo de humor que maneja. Sin embargo, mucho de lo anterior se puede resumir en la nostalgia que nos provoca, y eso no necesariamente habla de lo bien hecha que es una película.
Finalmente, llegó la hora de ver esta bullada versión 2016, con unos 116 minutos de un largometraje que se resume principalmente en una cosa: Diversión.
Sí, tal como leen. Este reinicio de la franquicia entretiene, nos mantiene pegados a la espera de cómo se desarrolla un argumento que es coherente (dentro de la comedia que efectivamente es), llevado a cabo por un elenco de protagonistas que es identificable y que cuyo equipo inicial logra una personalidad reconocida, incluso más que la vista en las primeras dos películas.
Un relato bien armado y cohesionado, dentro de lo absurdo
Antes de que se diga “pero cómo te atreves a hablar así de lo hecho por Murray, Aykroyd, Ramis y Hudson”, vale preguntarse si realmente, quienes aman las producciones de 1984 y 1989, saben el porqué deciden ser Cazafantasmas, cuál es la motivación detrás. Seguramente algunos tendrán alguna idea, mientras que otros buscarán referencias en la red para resolverlo, pero lo cierto es que es difícil de identificar. Pues bien, en esta versión ese aspecto es resuelto. Erin, Abby y Jillian sí tienen un origen objetivo, mientras que la participación de Patty resulta más justificada que la de Winston, por ejemplo.
Si bien puede sonar a solo un caso, es quizás una de las fortalezas de Ghostbusters 2016. Todo lo que ocurre tiene una razón. Desde la relación entre las protagonistas, pasando por el plan que pretende llevar a cabo Rowan y que conecta a todos los episodios que se desarrollan en Manhattan. Sin ser impresionante el hilo conductor, es sólido y ya en ese sentido le permite defenderse por sí misma.
Por otro lado, y tal como se mencionó, uno de los aspectos que se cuestionó tras ver los avances fue el humor y la comedia. Es extraño, pero es un cuestionamiento entendible, aunque no del todo justificado si proviene de quienes aman las primeras películas. Sí, hay muchos chistes forzados y otros que no logran el efecto deseado (sobre todo aquellos que tienen un corte sexista y que benefician a la mujer), pero todo debe ser dicho: Si vemos hoy en día las cintas de los ochentas encontraremos que muchos segmentos rayan en lo básico y que los momentos cargados de doble sentido están a la orden del día.
De todas formas, lo anterior no quiere decir que no reiremos con algunos momentos, pero ocurre con las tres franquicias cuando no se fuerza para lograr ese efecto. Su gracia se obtiene justamente cuando son situaciones cotidianas y que nos parecen familiares, porque alguna vez las hemos vivido. Desde el grito de júbilo de Erin, pasando por la ingenuidad de Ray cuando piensa en el Hombre de Malvavisco. Son los momentos que mantienen la esencia de lo que ha sido la franquicia durante su historia cinematográfica.
En cuanto a la película por su producción, qué decir. Fantasmas más cómicos que temerosos (como ocurrió con las primeras entregas), un elenco reconocible y con actuaciones llamativas (como pasó con las primeras entregas), una banda sonora familiar (como pasó con las primeras) y una serie de otros elementos que se han visto en todas las películas.
Entonces, ¿cuáles son los problemas con esta versión?
La nostalgia y la hipersensibilidad
Muchas veces, pensamos que lo que nos gusta es algo que tiene un carácter superlativo o que es intocable. ¿Cuántos criticamos la aparición de las nuevas Tortugas Ninja, siendo que las primeras no tenían nada de especial?, ¿quiénes no cuestionaron o miraron con recelo la llegada del Batman de Nolan, siendo que hay desastres como la última hecha por Schumacher? Hay un sinfín de ejemplos que demuestran que el ser cerrado con el cine no nos lleva a ver los hechos con objetividad y evaluar la calidad de una obra.
Y no, no se está diciendo que Ghostbusters 2016 es una extraordinaria película o que será un referente para las comedias futuras, pero al limpio las antiguas tampoco carecían de errores y posiblemente en la actualidad pasarían con más pena que con gloria. Los estereotipos marcados existen en ambas (¿nos olvidamos acaso de Louis Tully), el humor sexista en ambos a veces puede incomodar, las historias tienen contraposiciones absurdas de parte de las autoridades, y así una serie de elementos más que ambas líneas comparten.
Por otro lado, no es menos cierto manifestar que las críticas surgieron tras conocer al elenco, que sería llevado a cabo por mujeres y que desató la furia de los seguidores acérrimos. Una posición irreflexiva, y en la que no se trata de ser “Caballero Blanco de Internet”, sino que hasta antes de ver esta nueva producción, ¿cómo podemos saber si el trabajo de Melissa McCarthy, Kristen Wiig, Kate McKinnon y Leslie Jones era bueno o malo? Solo porque son mujeres, además de rozar lo idiota, no es un argumento. Por el contrario, manifestar esa postura por ese tipo de razón demuestra un perfil misógino y poco aterrizado con la realidad.
Ahora, lo dicho anteriormente no esconde lo que sí es claro con respecto a lo que ocurre con Hollywood, en cuanto a querer aprovechar una franquicia que prácticamente estaba en el baúl de los recuerdos y que es revivida para aprovechar el tiraje de la nostalgia y llegar a nuevos públicos, con el fin de lograr generar suculentos dividendos con mercancía relacionada. Eso es un hecho claro, pero hay una distinción. Desde mi punto de vista, lo anterior es cuestionable cuando se hace con producciones que tienen varios problemas, como en el caso mismo de Robocop de 2014 que rápidamente fue olvidada, o con Pesadilla en la calle Elm de 2010; pero en Ghostbusters 2016 difícil que se dé el caso por ser una buena película.
Es divertida, logra mantenernos interesados en la historia, simpatizamos con personajes como los de Holtzmann y Tolan, y solo añadir algo más: Hay muchos elementos que para quienes aman la franquicia los hará esbozar una sonrisa (incluso hasta después de los créditos). La nueva Cazafantasmas merece una oportunidad y nos hará pasar un rato agradable. Solo debemos ir y esperar sorprendernos, tanto como lo fueron para muchos las películas de los 80, que significaron, con legítima y respetable razón, verdaderas experiencias inolvidables.
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