Mediante una ceremonia realizada ayer 27 de septiembre en la ciudad de Washington, la Organización Panamericana de la Salud -ente que representa a nuestro continente en la Organización Mundial de la Salud- declaró oficialmente que todo el continente americano, desde Canadá a Tierra del Fuego, esta libre de sarampión, en gran parte gracias a los exitosos planes de vacunación.
Esto es el fruto de dos décadas de campañas para vacunas con tal de prevenir la enfermedad, la cual ahora se convierte en la quinta erradica en Las Américas junto a la viruela, la poliomelitis, la rubeola y el síndrome de la rubeola congénita. Carissa Etienne, directora de la OPS, calificó este día como histórico para la región y el mundo, afirmando el fin de la transmisión endémica del sarampión en nuestro continente. Eso sí, también llamó a "no caer en la complacencia".
El sarampión sigue circulando ampliamente en otras partes del mundo, por lo que debemos estar preparados para responder a los casos importados. Clave en este sentido es seguir manteniendo las altas tasas de cobertura de vacunación, así como reportar inmediatamente cualquier caso sospechoso de sarampión.
La directora general de la OMS, Margaret Chan, espera que el caso sirva de inspiración para otras regiones, ya que el sarampión es una enfermedad sumamente mortífera, pero como se ve en este caso, prevenible. En los años ochenta el sarampión provocó más de 2 millones de muertes al año; ahora gracias a la vacunación efectiva, la OMS espera que para el 2020 se eviten 3.2 millones de afectados y 16 mil muertes.
Los últimos casos reportados de sarampión en el continente ocurriendo durante un brote en Estados Unidos a mediados del 2015 iniciado en las dependencias de Disneyland en California, foco que se expandió a 150 afectados por todo el país, siendo el 40% menores de 20 años e incluso una mujer murió por la enfermedad. No es coincidencia que EE.UU. haya sido afectado, porque como ya hemos reportado anteriormente, existen grupos anti-vacunas que basados en estudios y datos falsos se niegan a vacunar a sus hijos por temor a enfermedades relacionadas al autismos. Aunque ya hay voces que han vivido en carne propia los efectos de vacunarse y llaman a hacerlo por el bienestar de sus hijos.
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