miércoles, 18 de mayo de 2016

Descubren ave prehistórica gigante en la Antártida

Un grupo de paleontólogos argentinos realizó un increíble descubrimiento en la Antártida, luego de encontrar restos óseos de un ave prehistórica de más de 50 millones de años, que supera los seis metros de extensión en sus alas, transformándose en el ejemplar con mayor envergadura alar del que se tenga registro.

El  paleontólogo y actual director del Museo de Historia Natural de La Pampa, Marcos Cenizo comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “la longitud del húmero de este ejemplar antártico es algo mayor que la del Pelagornis sandersi, que era el ave con mayor envergadura alar de la que se tuviera registro hasta el momento y que había sido dada a conocer el año 2015 por investigadores norteamericanos”.

En el estudio que fue publicado en la revista científica Journal of Paleontology, el científico argentino explicó detalles del nuevo ejemplar.

“La forma de sus alas les permitía planear y atravesar grandes distancias sobre los océanos; además, tenían huesos muy livianos y tomaban altura aprovechando las corrientes de aire, casi como si fueran un barrilete”.

“Sin embargo, era un ave extremadamente ligera para su tamaño, casi como una pluma, que solo pesaba unos 30 o 35 kilos como máximo”.

Por su parte la doctora Carolina Acosta Hopitaleche comentó que, “ahora, sabemos que en la Antártida existieron dos grupos de pelagornítidos: uno de ellos estaba compuesto por aves que no superaban los 5 metros de envergadura alar, mientras el otro tenía representantes gigantes que podían alcanzar entre seis y siete metros. En el último verano, encontramos más fósiles que permitirán incrementar el conocimiento que tenemos sobre estas especies”.

Al respecto, el paleontólogo Marco Cenizo agregó que, “hay evidencias de que, hace 50 millones de años, se inició un período de calentamiento de la temperatura de los océanos, el cual provocó seguramente una gran productividad biológica de los mares antárticos y permitió que los pelagornítidos y los pingüinos tuvieran alimento suficiente para poder desarrollar tamaños tan gigantescos”.

Respecto a sus hábitos alimenticios, la Dra. Acosta habló de los poderosos pseudodientes de estas aves.

“Se trataba de unas expansiones óseas en sus picos, pero no tenían  la capacidad de mordida de aquellos pingüinos gigantes con los que convivieron, ya sus huesos del rostro no estaban preparados para tener mucha resistencia; posiblemente, tenían una alimentación parecida a la de un pelícano actual, que se abastece de animales blandos, como calamares o peces”.

Estas grandes aves se extinguieron hace unos 3 millones de años y tuvieron una gran influencia en sus ecosistemas, no solo porque eran de gran tamaño, sino porque también habrían sido bastante abundantes. “Es posible que formaran colonias en zonas alejadas de los depredadores, como en pequeñas islas o islotes, de forma similar a lo que acostumbran actualmente los albatros y otras grandes aves marinas; y aun no existían las focas ni los lobos marinos para competir con ellos por el alimento”, describió Cenizo.

Este pelagornítido de más de seis metros de envergadura alar se suma al listado de gigantes hallados por paleontólogos argentinos. En 2010, la doctora Carolina Acosta Hospitaleche dio a conocer al pingüino más grande del que se tenga registro, el cual superaba los dos metros de altura.

Finalmente y respecto a qué extensión alar pudo haber tenido el ave gigantesca hallada en la Antártida, el paleontólogo Cenizo estimó que: “No tenemos su esqueleto completo para poder ser precisos, pero el pelagornítido más grande conocido anteriormente medía 6,40 metros con sus alas abiertas con un cálculo conservador, en tanto que el ejemplar que estudiamos nosotros tiene el húmero un poco más grande y éste es un hueso bastante confiable para determinar el tamaño alar en las aves”.

Fuente: Agencia CTyS-UNLaM

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