Hasta hace poco, los acuerdos sobre protección de datos y privacidad entre Estados Unidos y Europa sufrían de una ambigüedad que, en muchos casos, terminaba privilegiando los intereses de las compañías y no salvaguardando los derechos de los usuarios. Se vivía sometido a lo que se llamaba como “Safe Harbor”, que consistía en un acuerdo en el que la UE daba por buena y segura la transmisión de información desde ambos putos, siempre y cuando las empresas se adherían a ciertos principios.
Lo más insólito del escenario anterior es que eran las propias entidades las que certificaban que cumplían esos principios, las que eran chequeadas por el Departamento de Comercio. Entre los postulados, se contaba que a las personas se les debía informar acerca de la utilización de sus datos; solicitarle el consentimiento para otorgárselos a terceros; que las organizaciones eran quienes vigilaban el uso correcto de esta información, entre otros.
Por fortuna, todo lo anterior, que en el papel resultaría escandaloso para cualquiera, ha cambiado, gracias a un nuevo acuerdo entre la UE y EE.UU., con el que se garantice la privacidad de los usuarios. Un flamante tratado que se vio apresurado gracias al escándalo de espionaje que golpeó a la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) del país norteamericano y que fue derogado por la Corte Europea a fines de 2015 . Este vínculo se llama Privacy Shield (o Escudo de Privacidad).
LA NUEVA NORMATIVA
Este nuevo precepto, firmado el pasado 2 de febrero, entrará en vigor en los próximos 3 meses y será revisado cada año, pero ¿De qué se trata realmente? La verdad es que varias cosas positivas.
En estricto rigor, ahora serán las compañías norteamericanas las que deben tener mayores obligaciones a la hora de explicar cómo utilizan los datos que recopilan de sus usuarios, además de tener una mayor colaboración con las autoridades pertinentes en el tema. Ahora, las compañías transparentarán sus reglas de tratamiento de información y en el caso de no cumplir, responderán frente a los tribunales, además de que no podrán transmitirlos para que salgan fueran de la Unión Europea.
Otro aspecto relevante del Privacy Shield tiene que ver con el tema de la seguridad nacional, ya que en el caso de que algunos datos interfieran con este aspecto, se tomarán en cuenta el bien común y los requisitos de cumplimiento. Esto quizás pueda incomodar a algunos defensores de la privacidad, puesto que aún el gobierno estadounidense tiene la potestad para vigilar la información, aunque solo en estos casos:
- Detectar y calcular ciertas actividades de gobiernos extranjeros
- Luchar contra el terrorismo y su proliferación
- Contrarrestar amenazas a los Estados Unidos
- - Combatir amenazas criminales
Sin embargo, como se dije anteriormente, los usuarios ahora podrán cuestionar el tratamiento que hacen las empresas con respecto a la información que recopilan proveniente de ellos. En el caso de estampar un reclamo, las compañías tienen 45 días para responder. En el caso de no dar una explicación satisfactoria, se podrá apelar a otros organismos para su resolución.
El caso entre la Unión Europea y Estados Unidos puede parecer lejano y hasta quizás “más de lo mismo” (considerando que aún falta la aprobación de cada miembro de la entidad del “Viejo Continente”), pero es un precedente muy importante en la lucha de la protección de la información de los usuarios en la red.
Por ello, ahora con el Privacy Shield, el actuar de compañías como Facebook y Google estará más en el ojo crítico que nunca y eso, independiente de que no sea el ideal para muchos, ya es un paso importante.
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