Existe un ancestral, controvertido y prolongado debate en torno a la superioridad entre ciencia y religión. Una concepción general es que la gente religiosa tiende a ser más feliz y satisfecha, en razón de la sensación de certeza y sentido que producen los dogmas, pero un nuevo estudio sugiere que en realidad aquellos que creen en el desarrollo científico y tecnológico serían mucho más felices que las personas de pura fe.
De acuerdo con una interesante investigación, publicada en la más reciente edición de Personality and Individual Differences (vía Science Direct), el acto de creer firmemente en el progreso científico y tecnológico puede generar tres veces más satisfacción y felicidad que la lograda por personas religiosas.
Para llegar a esta conclusión se realizó un extenso estudio donde los investigadores partieron de una muestra representativa de 1,500 sujetos holandeses, para hacer un profundo análisis sobre cómo la creencia en el progreso científico y tecnológico afectaba la satisfacción de vida de estas personas.
Luego se compararon estas medidas de satisfacción de vida con distintos grados de fe en el progreso de la ciencia y tecnología a través de 72 países, a partir de los datos recolectados en la World Values Survey (WVS), que delinea un perfil mundial sobre este terreno.
En ambos casos y etapas, la local e internacional, se encontró que una fuerte creencia en el progreso científico-tecnológico se asocia con un mayor sentido de control personal, lo que su vez contribuye a una mayor satisfacción con la vida, detonando mayor felicidad.
El departamento de psicología de la Universidad de Cologne, al mando de la doctora Olga Stavrova, desarrolló una batería de preguntas, donde los participantes eran cuestionados sobre su percepción de mejoría gracias a los avances científicos, así como su sensación de libertad condicionada por los principios y tradiciones de la religión.
La herramienta parecía diseñada para marcar una amplia diferencia entre ambos terrenos, pero la realidad es que en el resultado final tanto las personas de fe como las de ciencia demostraron contar con una marcada tendencia hacia felicidad.
Aunque el índice de satisfacción de vida resultó ser tres veces más probable que se correlacionara con la creencia en el progreso científico-técnico que con la creencia en la doctrina religiosa.
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